sábado, 14 de septiembre de 2013

Escuchar, mirar, acompañar y abrazar a las personas en su última etapa


LA NACIÓN I SÁBADO 7 DE SEPTIEMBRE DE 2013


COMUMDAD I 7


Carla Melicci

PARA LA NACIÓN


Los voluntarios que se dedican a los cuidados paliativos -aquellos que surgen cuando la medicina ya nada puede hacer- llevan alegría, paz y cariño a los pacientes con enfermedades avanzadas o terminales

Ellos ayudan, acompañan, comprenden, es­
tán presentes y tienen la capacidad de po­
nerse en el lugar del otro, de ese ser que está
transitando un momento difícil en su vida.
Pero, por sobre todo, podemos decir que tie­
nen un don en común: saber escuchar^              
No son superhéroes. Son seres humanos,voluntarios, que decidieron aportar su gra­nito de arena en la sociedad para mejorar la calidad de vida de personas que padecen enfermedades avanzadas cuando la medi­cina no encuentra una solución, a través de los cuidados paliativos.
A sus 47 años, Alejandra Ciappeta cuenta con una gran sonrisa que es feliz, porque eligió conformar desde hace tres años, el voluntariado de la Unidad de cuidados pa­liativos del hospital Dr. Enrique Tornú de la ciudad de Buenos Aires.
"¿Por qué? Quise agradecer, devolver de alguna forma la atención que tuvo todo el equipo de trabajo interdisciplinario de la unidad con mi abuela, que falleció en 2006. Ella se fue dignamente, que era mi objetivo, y al poco tiempo tomé el curso de prepara­ción para ser voluntaria", dice Alejandra.
Así reparte su tiempo entre los pacientes y sus familiares, el hospital y las tareas de su hogar. "Siempre buscamos una excusa para acercarnos, ya sea por medio de un café, de un tecito, de una actividad o de los taller re­creativos de pintura, de arte con papel, entre otros. Este es un espacio para compartir y acompañar desde el corazón, que sepan que no están solos en este tránsito", remarca la voluntaria.
En el caso de Alicia Carbajal, como fisio-terapeuta parecía no poder encontrar lo que ella llama su misión en la vida. "Tenía mucha inquietud por hacer algo por el otro, pero no sabía qué y en un retiro espiritual conocí a dos personas que tenía el sueño de formar un hospice para atender a seres que necesitaban de los cuidados paliativos", re­lata Alicia.
Más de cuatros años pasaron de aquel día. Hoy Carbajal es voluntaria y coordina el área de la casa del Hospice Buen Samarita-no, en Pilar, provincia de Buenos Aires. "So­mos como un hogar de amor -asevera Ali­cia- donde compartimos mucho tiempo con nuestros huéspedes -para nosotros no son Seres queridos.

 
Nexo de amor
Alejandro Lissa asegura haber vivido co­sas maravillosas en más de nueve años de voluntariado en la asociación Pallium La­tinoamérica, y por sobre todo aprender de cada persona. "Lo que pasa es que el volun­tario, en general, pasa más tiempo con el paciente que el propio médico. Por eso mu­chas veces actuamos como nexo entre el pa­ciente y el equipo interdisciplinario -explica Lissa, radiólogo de profesión y coordinador del voluntariado-. Se genera una relación más íntima: te cuentan sus historias, sus sueños incumplidos; por ejemplo, querer encontrarse con algún ser querido que no ven hace años. Y si está dentro de nuestras posibilidades mediamos para cumplirlo, lo gestionamos."
La idea -recalcan los voluntarios en cui-Dar sin esperar nada a cambio.Que uno pueda, ya sea con pequeños gestos como acomodar una almohada, dar un vaso de agua, abrazarlos. Simplemente estar.
 


El ser voluntario

implica

poner un oído

cordial
"En estos casos brindar una asistencia personalizada es necesario, porque cada ser es único. No podemos hablar de enfer­medades, sino de personas que padecen una enfermedad. De ahí que la evolución del es­tado de salud y las respuestas emocionales y físicas varían según cada uno", afirma Laura Aresca, presidenta de la Fundación Paliar.

 
"Nosotros decimos que llegan pacientes, se transforman en huéspedes y se van seres queridos -resume Marcela Specos, voluntaria en el Hospice Buen Samaritano-. Es el hués­ped quien te elige: se da con vos al diálogo y uno tiene que estar preparado para responderle."

En este sentido, la presidenta de la Fundación Paliar explica que no es necesario tener conocimientos mé­dicos si lo que se desea es hacer un trabajo voluntario, pero sí se requiere cierto grado de preparación.

"La buena voluntad sola no alcanza -sos­tiene Aresca-. En primer lugar porque el voluntario debe saber cómo manejarse con personas con enfermedades graves, para evitar hacer o decir cosas que puedan ge­nerar sufrimiento y, en segundo lugar, para el autocuidado. Cuando se trabaja en cuida­dos paliativos sabemos que existe la posibi­lidad de que los pacientes mueran más que en otras disciplinas, y si no tenemos medianámente trabajada nuestra propia muerte es difícil que podamos ayudar a otros."

Por eso, los voluntarios que se dedican a este tipo de cuidados cuentan con reuniones grupales, como un espacio de contención emocional para sostenerse unos a otros. "Son talleres de reflexión que realizamos con todo el equipo, para cuidarnos entre todos, como una forma de prevención", destaca Alejandra.

Como parte de Pallium, Julio Erran dice que cualquier persona que tenga corazón, voluntad y oído puede ser voluntario en es­te tipo de atenciones y cuidados que se le brinda tanto al paciente como a la fa­milia. De estos seis años de acom­pañamiento recuerda la fortaleza de vida de Marta y la mirada de Laura diciéndole gracias, ambas pacientes de la asociación.

"Me movilizó este dolor inten­so por la pérdida de mi hija de 29 años, que fue atenida por el equipo de Pallium. Hasta ese momento no te­nía idea qué eran los cuidados paliativos -recuerda Julio-. Fueron tiempos de apren­dizaje continuo, de darme cuenta de que los seres humanos somos frágiles."


Tras ser paciente de duelo, Julio quiso devolver de alguna forma los cuidados que habían tenido para con su familia y decidió ponerse al servicio de los pacientes en Pa­llium, tarea que forma parte de él y de todo su entorno. "El ser voluntario implica poner un oído cordial antes que hablar tanto. Para mí esto no es una carga, siempre hay tiempo -dice Julio- Todos los días me llevo algo, me hace crecer como ser humano, como ver lo afortunado que uno es día a día."



Alicia, al igual que el resto de los volunta­rios, también aprendió a no postergar para mañana lo que se pueda hacer hoy. "Miriam fue una de las huéspedes que marcó mi ca­mino. Compartíamos largas charlas, las dos teníamos tres hijos y la misma edad, me fue fácil comprenderla. Me quedó grabada su fortaleza, ante tanto dolor ella siempre era una mamá muy presente con sus hijos", cuenta la voluntaria.

Por su parte, Marcela recuerda el legado que Ricardo dejó en ella. "Parte de mi traba­jo también es salir con enfermeras a reco­rrer hospitales públicos en busca de perso­nas que necesiten de los cuidados paliativos. En una de esas salidas conocí a Ricardo, que nos pidió por favor ir al hospice, que no lo dejáramos solo ahí -dice la voluntaria-. Ri­cardo estuvo sólo 10 días con nosotros, pe­ro me dejó una mandato, me dijo: Ya estoy bien, ahora usted salgay tráigalos a todos que hay un montón de gente como yo, Qué gran­deza, ¿no? Ante su situación, pedir por los demás", añade Marcela.

Y Aresca concluye: "Deberíamos comen­zar a amigarnos con la muerte y hacer de ella una maestra: sólo si aprendemos a mo­rir, aprenderemos a vivir. Haciendo nues­tras vidas plenas y disfrutando de las pe­queñas cosas que, en definitiva, son las que construyen lo cotidiano. Es así entonces que tampoco nuestro trabajo es algo excepcio­nal, sino que es parte de la vida". •




LAURA ARESCA

PRESIDENTA DE LA FUNDACIÓN PALIAR

"Deberíamos comenzara amigarnos con la muerte y hacer de ella una maestra: sólo si aprendemos a morir, aprenderemos a vivir"

MARCELA SPECOS

VOLUNTARIA EN EL HOSPICE BUEN SAMARITANO

"Nosotros decimos que llegan pacientes, se transforman en huéspedes y se van seres queridos"

 
 

Para saber mas

FEMEBA

paliativo-femeba.org

Fundación Paliar

www.fundacionpaliar.org.ar

Pallium

wwW.pallium.org.ar

Hospice BuenSamaritano

buensamaritano.org.ar
 

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